Zenobia
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Zenobia (245 d.C. – 247 d.C.), fue reina de Palmira (Siria), no se conoce con exactitud su fecha de nacimiento, este tuvo que suceder aproximadamente en el año 245 d.C. De esta reina guerrera si dijo que era más inteligente que Cleopatra y de igual belleza. Un poeta del siglo XIX la describió como: “Mujer de cabellos oscuros, señora del desierto sirio”.
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Aunque en materia religiosa fue bastante tolerante, parece ser que ella era adoradora del dios solar. Parece ser que era una reina culta que dominaba a la perfección el árabe, el arameo, el griego y el copto. Fomentó las artes, y fue una gran administradora y política. Manejaba el arco con tanta destreza como los famosos soldados de su ciudad.
Los historiadores describen el gusto de Zenobia por las joyas, especialmente por las que usaba Cleopatra, a la que tomó como modelo, de la que pretendía ser descendiente lejana, pretensión improbable pero no imposible, pues Cleopatra fue una reina helenística, y Palmira había formado parte de un reino helenístico posterior. En las fiestas aparecía vestida con una túnica bordada de perlas y un casco de oro, bebiendo vino en las mismas copas incrustadas de piedras preciosas que rozaron los labios de su admirada reina egipcia.
Zenobia entra en la historia de la mano del príncipe Odenato de Palmira, rey cliente del Imperio Romano, que la convierte en su esposa.
Ciudad de Palmira
La ciudad de Palmira, estaba situaba a unos 210 kilómetros al noreste de Damasco. Esta ciudad oasis, estaba situada en medio del camino del Mediterráneo, al oeste y del río Eufrates, al este. Según Richar Stoneman en su libro “Palmyra and Its Empire”, “Palmira fue importante para Roma en dos campos: el económico y el militar”. Por su situación geográfica, era una parada obligada de las rutas de caravanas que conectaba Roma con Mesopotamia y el Oriente a través de la Ruta de la Seda. Económicamente la ciudad era de vital importancia. En cuanto a lo militar, servía de barrera entre las dos grandes potencias rivales de la época, Roma y Persia.
Palmira era una ciudad claramente comerciante, como demuestran sus dos divinidades, Arsu y Azizu, dioses montados sobre un camello y un caballo respectivamente, que protegían las caravanas que traían riquezas a la ciudad desde el este y el oeste.
Importancia geográfica
Dada su importancia geográfica, emperadores como Adriano y Valeriano visitaron la ciudad, realizando generosos donativos a la misma. Valeriano recompensó a Odenato dándole el título de cónsul de Roma en el año 258 d.C. debido a sus campañas triunfales contra Persia y por ayudar a extender las fronteras del Imperio hasta Mesopotamia.
Tras la captura de Valeriano por el persa Sapor y gracias a las victorias de Odenato frente a las fuerzas persas, Galieno, hijo y sucesor de Valeriano, le concedió el título de “Dux Romanorum” (líder militar romano).
Odenato mantenía firme la frontera oriental del Imperio Romano frente a los sasánidas. En ese momento Palmira contaba con dos grandes armas en su ejército, sus arqueros y los catafractos, que eran unidades de caballería pesada en la que tanto el jinete como el caballo llevaban armadura.
Con el tiempo Odenato se nombró a si mismo, rey de reyes, probablemente para insultar al rey persa que solía adoptar este mismo título. Mientras, el emperador Galieno proclamaba a Odenato “Vir Consularis”, otorgándole el título de “Corrector Totius Orientis (supervisor de todo el este), convirtiéndose así en una especie de corregente del emperador Galieno, con un poder prácticamente independiente de Roma.
267 d.C.
Odenato fue asesinado junto a su heredero, Septimio Herodes, supuestamente por Meonio, un sobrino vengativo. Con su muerte el reino de Palmira pasó a su esposa, que proclamó emperador a su hijo Vallabato (aunque según algunas fuentes, Vallabato fue precedido brevemente por otro hermano llamado Herodiano), actuando Zenobia como regente, pues su hijo aún era muy joven. Zenobia capturó rápidamente a Meonio y se cobró su vida como sacrificio en memoria de su esposo.
Algunos historiadores han planteado la posibilidad de que Meonio fuese un peón, o bien de una de las potencias rivales o bien de la misma Zenobia, dado que el heredero asesinado, Septimio Herodes, era fruto de otro matrimonio de Odenato, y hasta su muerte, era casi imposible que los hijos de Zenobia accediesen al trono.
La señora del Oriente
Zenobia, se ganó el respeto y el apoyo de sus súbditos gracias a sus dotes como administradora y su amplia cultura. Uno de sus consejeros fue el filósofo y retórico Casio Longino, que era conocido por ser “una biblioteca viviente y un museo andante”. Stoneman señala en su libro que “Durante los cinco años posteriores a la muerte de Odenato, Zenobia logró que su pueblo la viera como la señora del Oriente”.
Zenobia fortificó y embelleció la ciudad de Palmira con una avenida custodiada por grandes columnas corintias de más de 15 metros de altura. Estatuas de héroes y de benefactores se encontraban por toda la ciudad, pidiendo a todos los nobles de la ciudad que mandaran esculpir sus estatuas y con ellas levantaran una columna en la que exhibirlas. Todos los notables de la ciudad, posaron ante los artistas para satisfacción de los ediles. En Palmira podían encontrarse cerca de doscientas estatuas en sus columnas y en las paredes del ágora. También mandó erigir en el año 271 d.C. un par de estatuas de ella y de su difunto esposo. La ciudad que contaba con una población que superaba los 150.000 habitantes, estaba llena de hermosos templos, monumentos, jardines y edificios públicos, entre ellos destacaba el Templo del Sol. Las murallas que rodeaban la ciudad, según se decía, tenían 21 kilómetros de circunferencia.
268 d.C.
Tras la muerte de Galieno en el año 268 d.C. y viendo que su sucesor, Claudio el Gótico, tenía que dedicar todos sus esfuerzos a contrarrestar una invasión goda, Zenobia subleva al reino de Palmira e intenta crear su propio imperio, con la intención de dominar a los dos imperios que le flanqueaban, el Imperio Sansánida y el Imperio Romano.
Roma, envuelta en un nuevo periodo de caos debido a las distintas sucesiones, dejaba a la reina de Palmira, que estaba bien asentada en su reino, intentar aspirar a crear un tercer imperio que dominara a ambos.
269 d.C.
Gracias a sus campañas militares, Zenobia creó un imperio que abarcaba todo la Asia Menor. En el 269 d.C. llegó incluso a dominar Egipto, aprovechando que en Egipto se había levantado un pretendiente que disputaba el trono romano. Zenobia junto con su ejército marchó hacia Egipto y derrotó al rebelde, apoderándose del país. Se proclamó reina de Egipto y acuñó monedas con su nombre. En ese momento su reino se extendía desde el Nilo hasta el Éufrates.
270 d.C.
El emperador Aureliano, subido al trono en el año 270 d.C. Tras estabilizar la frontera del Danubio, decidió finalmente emprender una campaña militar contra Zenobia. Mandó algunas de sus fuerzas hacia Egipto y el grueso de su ejército hacia el este a través de Asia Menor. Zenobia contaba con un gran ejército, formado por sus arqueros y catafractos comandado por dos generales, Zabdas y Zabbai. Pero Aureliano conquistó Egipto y lanzó sus fuerzas hacia Siria.
Zenobia fue derrotada en Emesa (actual Homs), y se retiró a Palmira. Aureliano sitió la ciudad. Palmira había hecho acopio de víveres y confiaba en la fuerza de sus excelentes arqueros, esperaba resistir durante meses, pero gracias a los jefes árabes del desierto, que Zenobia había desdeñado, Aureliano venció la resistencia de la ciudad.
272 d.C.
Zenobia confiada en conseguir ayuda, se fugó junto a su hijo hacia Persia, para pedir la ayuda de Chapur, "Rey de reyes" de los persas, pero los romanos la capturaron en el río Éufrates, en el momento de embarcarse. Al llegar la noticia a Palmira la ciudad abrió sus puertas a los romanos, rindiéndose en el año 272 d.C.
La ciudad de Palmira, recibió el perdón, pero unos meses después, ante el asesinato de la guarnición romana que el emperador había dejado en la ciudad por parte de sus habitantes, la ciudad fue saqueada y se derribaron sus murallas. Aunque Aureliano acabó para siempre con Palmira como potencia no destruyó la ciudad por completo, dejando que pudiera continuar con su existencia como modesto centro comercial. Actualmente, de la ciudad que un día rivalizó con las más imponentes del Imperio Romano, solo quedan ruinas de su glorioso pasado.
No se sabe que ocurrió con Vallabato, el joven rey en cuyo nombre gobernaba Zenobia. Es posible que muriera en el momento que se rindió Palmira o quizá, como aseguran otras fuentes, murió cuando el barco que le transportaba hacia Roma naufragó ante las costas de Iliria.
274 d.C
Aunque su destino no se conoce con certeza, las fuentes más fiables dicen que Zenobia fue exhibida en Roma, durante el desfile triunfal del año 274 d.C. desfilando con su diadema imperial y sus joyas, arrastrando unas pesadas cadenas de oro y diamantes que dos esclavos le ayudaban a sostener.
Se dice que Aureliano la perdonó y le dio una villa campestre cerca de la famosa villa de Adriano, donde estuvo el resto de su vida. Otros historiadores creen que se casó con un senador romano y tuvieron descendencia.
El perdón de Aureliano se debe más a motivos políticos que a su caballerosidad. Aureliano, había observado que el sentimiento a favor de Zenobia recientemente había provocado otra revuelta en Palmira y en Egipto también seguían existiendo simpatías por la reina de Palmira; así que era más fácil acabar con estas simpatías convirtiendo a su reina en una matrona romana viva, casada e instalada cómodamente en su casa cerca de Tívoli que mantenerla en la memoria como una reina guerrera martirizada en su lucha por la libertad.
Otras fuentes comentan que al regresar Aureliano a Roma, construyó un templo dedicado al dios sol, colocando en él las estatuas del dios sol que se había llevado del Templo de Palmira. La revista History Today comenta lo siguiente sobre este tema: “La acción de Aureliano que mayor repercusión tuvo tal vez fue la instauración, en el año 274 d. de C., de la fiesta anual del sol, que caía en el solsticio de invierno, el 25 de diciembre. Cuando el imperio se hizo cristiano, el nacimiento de Cristo se transfirió a esa fecha para que las personas a las que les gustaban las fiestas antiguas encontraran más aceptable la nueva religión. Es curioso pensar que en última instancia es a la emperatriz Zenobia a quien se debe el que la gente celebre la Navidad”.
Fuentes y Enlaces de Interés
- metmuseum.org/Palmyra
- Ball, Warwick. Rome in the East: The Transformation of an Empire. London: Routledge, 2000.
- Browning, Iain. Palmyra. London: Chatto + Windus, 1979.
- reprodart.com/Zenobia
- Historia de la Navidad en Chile
- Cola de mono
- Viejo Pascuero
- Nicolás de Bari El verdadero Santa