Isla de Pascua
Presentación
Isla de Pascua (en idioma rapanui Rapa Nuí. «Rapa grande» ) es una isla de Chile ubicada en la Polinesia, en medio del océano Pacífico a 3700 km de Caldera. Tiene una superficie de 163,6 km², lo que la convierte en la mayor de las islas del Chile insular, y una población de 5035 habitantes, concentrados en Hanga Roa, capital y único poblado existente en la isla. La tierra habitada más cercana es el territorio británico de las Islas Pitcairn.
WikicharliE Patrimonio de Chile
Constituye uno de los lugares del mundo cuyas bellezas naturales y tradiciones la hacen especialmente atractiva. Está ubicada en medio del Océano Pacífico, frente al Puerto de Caldera, formando parte del territorio insular de Chile.
Existen diversas teorías acerca del origen de los pascuenses, una de ellas señala que la isla fue habitada, en el siglo IV d.C., por navegantes provenientes de la Polinesia, cuyos descendientes desarrollaron una cultura propia que hoy es motivo de permanentes estudios y cuenta con la admiración de las personas que la visitan. En la actualidad, debido a su enorme riqueza arqueológica e innegables bellezas naturales, la Isla de Pascua es considerada como el museo al aire libre más interesante del mundo, cuya mayor riqueza son las cerca de mil gigantescas estatuas de piedra volcánica (Moai), sus atractivas playas de transparentes aguas y sus milenarios petroglifos que testimonian la riqueza cultural de este pueblo. Hoy en día, casi todos los pascuenses viven en el pueblo de Hanga Roa, pues antiguamente los isleños fueron obligados a vivir bajo esos límites. Sin embargo, cuando el gobierno y la marina chilena se hicieron presentes en el lugar, ello significó una mejora en la calidad de vida de los pascuenses, mayor libertad y más contacto con el exterior. Lo anterior motivó un nuevo foco turístico que se desarrolló a la par con comercialización de la artesanía y productos típicos de la zona.
Nombre
El nombre original de la isla genera aún debate: entre las versiones más tradicionales están los nombres Te pito o te henua (el ombligo del mundo) y Mata ki te rangi (ojos que miran al cielo), aunque no existe un consenso sobre cuál sería la denominación primitiva. Incluso el nombre que finalmente fue adoptado por los propios pascuenses para referirse a su isla, Rapa Nui (isla grande) fue obra de otros marinos extranjeros que, provenientes del sudeste asiático, la bautizaron así durante el siglo XIX por su parecido con otra isla más pequeña, la Rapa Iti (isla chica), ubicada en plena Polinesia, más de cinco mil km al oeste.
Leyendas
Hay diversas teorías sobre el pasado de la Isla de Pascua, lo que contribuye a alimentar el misterio que la rodea. Para los pobladores, su historia se explica a través de la tradición oral y la mitología. Ella cuenta que el ariki (rey) Hotu Matu’a, junto a su hermana la ariki Vi'eAva Rei Púa y otros 100 hombres, partió de su tierra natal Hiva en el siglo IV d.C. guiado por indicaciones del consejero real Haumaka. Así, a bordo de dos embarcaciones llegaron a Te Pito o te Henua, el centro espiritual de la cosmovisión polinésica. De acuerdo a la leyenda, el ariki Hotu Matu’a estableció la organización social y religiosa de la comunidad determinando las normas de parentesco y descendencia y la construcción de las viviendas y monumentos.
Los moai son sus principales símbolos y se alzan alrededor de los 250 altares ceremoniales o Ahu. Junto a los petroglifos grabados en las piedras volcánicas, estas bellísimas esculturas megalíticas representan la riqueza de la ancestral cultura rapa nui. En ellas se reflejaban las imágenes de sus antepasados que pasaban a presenciar todas las ceremonias del pueblo. En los siglos XVI y XVII se inició una crisis social que generó nuevas guerras tribales y la decadencia de la cultura moai. Al no haber casi testimonios escritos, parte de esta historia ha pasado a un enigmático olvido. Por su parte, las investigaciones antropológicas y arqueológicas comprobaron que grupos del sureste asiático habrían migrado a la Melanesia y la Polinesia ocupando la mayoría de las islas de Oceanía hasta los límites de este territorio insular: Hawaii, Nueva Zelandia e Isla de Pascua. Las travesías se habrían realizado en canoas dobles de 30 metros de eslora y más de 8 metros de altura y el poblamiento de Rapa Nui habría sido en el año 300 d.C.
Recién en 1772, cuando el holandés Jacob Roggeween arribó a las islas el día de Pascua de Resurrección, se habría iniciado el contacto de los habitantes de Rapa Nui con el resto del mundo y es a partir de este año que empieza a haber registros escritos de su cultura. Algunos fragmentos de la historia relatada por el anciano Pua Ara Hoa y recogida por Simeón Riroroko en 1910. En 1959 este manuscrito es publicado por el alemán Thomas Barthel que lo traduce gracias a los aportes de los isleños Arturo Teao, Esteban Atan y Aaron Pakarati:
“El territorio del ariki en la tierra maori de Hiva, llamado Marae Renga, así como su segunda residencia, Marae Tohia, comenzaron a inundarse de mar en tiempos del ariki Roroi a Tiki Hati; el cuarto en la línea genealógica de 10 reyes que culmina con Hotu A Matu’a (Hijo de Matu’a), el rey colonizador de Rapa Nui [...] El hundimiento de la tierra lo había predecido Moe Hiva, un sabio y profeta (Kohou Tohu) de los cinco que tenía la corte [...] El ariki Roroia Tiki Hati envió a sus tres hijos en busca de nuevas tierras, pero estos nunca regresaron.
Posteriormente se produce el viaje del espíritu de Haumaka a la isla. El viejo Pua Ara Hoa dice que [...] el espíritu se desplazó hacia el Este pasando por una serie de islas, hasta alcanzar una octava tierra. En ella identifica a Ko nga Kope Ririva Tutuu Vai a te Taan (los hermosos hijos de Te Taanga que están sobre el agua) refiriéndose a los tres islotes frente al Rano Kau (Motu Kao kao - Motu Nui - Motu Iti ). El espíritu de Haumaka recorre la isla identificando un total de 28 sitios con sus nombres [...] Así, tras reconocer otros tantos sitios, nombra a la isla "Te Pito o te Kainga a Haumaka o Hiva”. El espíritu regresa a Hiva al cuerpo de Haumaka, quien relata su visión a su hermano Huatava y, como miembro del linaje real (Ariki Paka), se dirige al ariki Hotu a Matu’a. Este dispone construir una embarcación para navegar en busca de la nueva tierra.”
Historia
Un filibustero nombrado Edward Davis descubrió la isla, inicialmente, en 1697. Sin embargo, debido a su carácter poco atractivo, este navegante la "olvidó". Fue necesario esperar treinta y cinco años, antes de que otro navegante alcance el que su predecesor, por dimisión, había llamado "Tierra de Davis", el día de Pascua del año 1722. El Arena, buque holandés, encargado por el capitán Jakob Roggeveen, navegaba desde mucho tiempo, y se empezaba a carecer de comidas. Cuando el buque cruzó a esta isla, el capitán era seguro de no haberla visto antes.
Al tomar su telescopio, buscó rastros de vida. Las apariciones mostraban una tierra hostil. De repente, percibió algo que nunca había visto antes, a pesar de todas las islas que había visitado. Lo que veía, eran enormes estatuas, gigantes, colocadas sobre como plataformas. El buque echó el ancla a proximidad. A esta distancia, se distinguían las representaciones humanas, cabeza desnuda, o a veces capsuladas de sombreros. No observaban hacia el océano. Sus miradas, al contrario, se dirigían hacia el interior de las tierras.
El día siguiente, antes de que se haya puesto una chalupa al mar, un indígena se alzó a bordo. Sonreía. La orquesta del borde jugó en su honor, y el indígena lo acompañó bailando. Se le hicieron regalos, y se fue como había venido, nadando. El día siguiente, otros indígenas vinieron. Hombres, mujeres, divirtiéndose de todo. Al cabo de algunos tiempos, se constató que un montón de objetos habían desaparecido. Los marineros decidieron volverse sobre la isla, donde fueron acogidos por una muchedumbre mitigada. Algunos mostraban las señales de bienvenida, otros empezaron a recojer piedras. Quizá uno de los marineros tubo miedo. Uno disparó. Cuerpos cayeron. Tal fue el primer contacto de la población indígena con la civilización.
En 1770, el activo Virrey don Manuel de Amat y Junyent, temiendo el establecimiento de franceses o ingleses en la isla, envió a reconocerla y tomar posesión de ella a dos distinguidos marinos españoles, el Capitán de Navío Felipe González de Aedo, al mando del navío de guerra "San Lorenzo", de 70 cañones, y el Capitán de Fragata Antonio Domonte y Ortiz de Zúñiga, con la fragata "Santa Rosalía", de 26 cañones. Fue avistada el 15 de noviembre de 1770 y al desembarcar allí al día siguiente, la bautizaron como "San Carlos" y tomaron posesión de ella en nombre del Rey de España, don Carlos III. Esta fue la toma de posesión oficial sobre la isla, efectuada por el Virreynato de Perú, del cual dependía la Capitanía General de Chile, frente a cuyas costas se encontraba dicha ínsula. En la referida ocasión, se levantó un acta en la cual los jefes aborígenes de la isla reconocieron la soberanía de España. Disgregado el imperio español en Sudamérica, Chile recibió como herencia los títulos de la madre patria, lo que le dió mayores derechos a tomar posesión de la isla, a pesar que nunca más un buque español visitó la isla.
Varios navegantes pasaron por la isla: James Cook el 11 de marzo de 1774, con sus naves "Resolution" y "Adventure", procedente de Nueva Zelandia; Jean François de Galaup, Conde de La Pérouse el 9 de abril de 1786 al mando de los buques "La Boussole" y L'Astrolabe" y el ruso Urey Lisjansky el 16 de abril de 1804, a bordo de su buque "Neva". En 1805, arribó el bergantín norteamericano "Nancy", que llegó a la isla para reclutar mano de obra para la captura de focas. Raptaron 12 hombres y 10 mujeres.
Al año siguiente el mismo bergantín regresó a la isla, pero fue rechazado por los isleños. El mismo año recaló en sus costas el ballenero inglés "Adventure", al mando del capitán Benjamín Page, quien convenció al joven Ure Hina a Tuke de viajar a Inglaterra, donde fue bautizado como Henry Easter.
También en 1806 recala el bergantín "Kaahou Manou", de bandera de Hawaii, al mando del Capitán norteamericano Alexander Adams, siendo rechazado por los isleños, por identificarlo con los norteamericanos. En 1808 fondea en la isla, el Capitán lobero Amasa Délano, con matrícula de Boston, Estados Unidos, sin exister mayores antecedentes de su permanencia.
En 1809 se aproxima a la isla, sin recalar en ella, el bergantín " Albatross" al mando del Capitán Winschip, cuya misión era efectuar mediciones batimétricas en el océano.
A fines de marzo de 1816 visita la isla el navío "Rurick", al mando del Capitán Otto von Kötzebue, pero no pudo desembarcar por impedirlo la agresividad de los nativos.
En 1822 a la llegada del ballenero norteamericano "Pindos", se produce el rapto de varias jóvenes pascuenses, que luego de satisfacer los bajos instintos de los tripulantes, fueron lanzadas al agua. Además, muere a un isleño asesinado por el patrón de la embarcación, de apellido Waden.
Entre los años 1828, 1830 y 1834 visita la isla Jacques Antoine Moerenhaut, belga de origen, residente en Tahiti y casado con la chilena Petronila García de la Huerta. Este personaje se convirtió en el Rey de las Perlas y el Nácar de la Polinesia. Mantuvo una flota de veleros que efectuaba el comercio con Valparaíso, puerto en el que conoció a su esposa. Es muy posible que sus buques recalaran en la isla en sus viajes a Chile, no quedando registrados en la historia. En 1837 la goleta chilena "Colo Colo", al mando del Teniente Leoncio Señoret Montagne, recala en sus costas para reaprovisionarse en su viaje a Port Jackson, cerca de Sydney, Australia. Conducía al destierro a varios confinados políticos por intentar derrocar al gobierno del General Joaquín Prieto Bulnes, con ayuda del Mariscal Andrés de Santa Cruz, a la sazón gobernante de la Confederación Perú-boliviana. Este fue uno de los motivos que inició la Guerra contra la Confederación Perú-boliviana. Uno de los prisioneros era el General Ramón Freire Serrano quien encabezó este intento. El 25 de febrero de 1838 recaló en la isla el Capitán de Navío Abel Aubert Dupetit-Thouars, al mando de la fragata "Venus", pero no desembarcó. En 1842 recala a la isla el bergantín goleta chileno "Janequeo", al mando del Capitán de Corbeta Buenaventura Martínez Díaz.
En 1843 naufraga cerca de Anakena, una barca con varios religiosos a bordo, entre los cuales habría estado el primer vicario apostólico de la Polinesia, Monseñor E. Rouchouze, los que fueron capturados y comidos por los aborígenes, que en ese tiempo era antropófagos. En 1852 fondea en la isla el buque inglés, HMS "Portland" en breve visita.
En 1862 se aproxima a la isla el buque francés "Cassini" en ruta de Tahiti a Valparaíso, al mando del Capitan Lejeune. Suben a bordo varios pascuenses y efectúan intercambio de mercaderías, teniendo una amigable acogida. Una vez que el buque recaló en Valparaíso, el Capitán Lejeune entabló conversaciones con los RR.PP. de los Sagrados Corazones, cuya congregación tenía la responsabiilidad de la "Obra Pontificia de la Propagación de la Fe en la Oceanía". Luego de esta reunión, los religiosos iniciaron a los años siguientes su labor misionera en la isla.
En los años posteriores, las expediciones y la piratería dejaron un saldo negativo para la cultura rapa nui, sobre todo el contrabando de esclavos hacia el Perú en 1862 y 1863 para trabajar en las guaneras, principalmente.
Asimismo, las misiones evangelizadoras provenientes de Tahití y Chile en 1864 iniciaron formalmente el proceso de aculturación de los isleños, al reestructurar su sociedad según los cánones católicos. Es en esa época que desapareció la escritura jeroglífica rongo rongo, su lengua ceremonial y uno de los principales elementos de la antigua cultura rapa nui.
En 1888, Chile estableció la soberanía sobre la isla gracias a la labor del capitán Policarpo Toro. En un principio, este territorio se concesionó a una empresa ganadera para su explotación, lo que obligó a los pobladores a abandonar la pesca como principal modo de subsistencia y someterse a trabajos como agricultores y ganaderos.
Esta situación se comenzó a revertirse paulatinamente a partir de 1917, cuando la administración del territorio insular pasó a la armada de Chile. En la década del ´30 se inició la actividad turística en la isla como una nueva forma de subsistencia afianzando la salida de la Compañía Ganadera y en 1935 se la declaró Parque Nacional y Monumento Histórico. En ese mismo año, los isleños adquirieron los derechos sobre su propio territorio cuando se formó el primer gobierno municipal y pasó a ser departamento de la provincia de Valparaíso.
En la actualidad, con más de 3.600 habitantes, la isla de Pascua está marcada por el desarrollo turístico y las investigaciones científicas, entre ellas la arqueología, que realiza importantes avances en el conocimiento histórico y social de la isla. Los estudios comprueban que si bien la cultura Rapa Nui está ligada a la Polinesia, su estado de aislamiento permitió desarrollar un sistema de creencias propio y auténtico que no se puede observar en ninguna otra cultura.
Geografía
La Isla de Pascua, así llamada por la fecha de su descubrimiento, Rapa Nui en polinesio, es una pequeña isla de 118 kilómetros Mapa Isla de Pascua.jpg cuadrados, la más oriental de las islas de la Polinesia, está situada a 27º 09’ de latitud sur y a 109º 26’ longitud oeste. Ubicada a 3700 kilómetros al oeste de Chile, a 4000 kilómetros al este de Tahití, a 8000 kilómetros al sureste de Hawai, y a 9000 kilómetros al este de Australia. Debido a su posición, es una de las islas habitadas más aisladas. Así, la solitaria Rapa Nui, se presenta como una explosión de la naturaleza en medio del inmenso Océano Pacífico. La isla de Pascua beneficia de un clima semitropical con una temperatura anual media de 20,3°C. Los meses más calientes son Diciembre, Enero y Febrero. La temporada fresca se extiende de Junio a Agosto.
Flora
Según la tradición oral, cuando Hotu a Matu’a llegó con su gente a Rapa Nui la Isla, aunque poseía una variada vegetación, no era tan rica como otras del Océano Pacífico y sólo poseía algunas especies exclusivas como el toromiro y una palma pariente de la especie chilena (jubaea chilensis). Por otro lado, y contrario a la leyenda isleña, los estudios geológicos demuestran que antes de la llegada de los primeros habitantes, en Rapa Nui existía una extensa selva con más de 40 especies arbóreas. Sin embargo, el paisaje habría cambiado abruptamente producto de un probable cataclismo volcánico, el aumento de la población y la llegada del ganado, situación que habría provocado la extinción de gran parte de la flora y fauna original. No obstante existen más de 50 especies de flora autóctona: el toromiro, abundantes tipos de helechos, el huau huau, hakoi, eucaliptus, ti, aromo y ciprés, entre otras. La primera clasificación de ésta fue hecha por el botánico sueco Carl Skottsberg. El dividió la flora en tres grupos. El primero incluyó a todas las especies endémicas de la Isla; el segundo, a todas las plantas silvestres introducidas por los primeros colonizadores polinésicos; y el último grupo estaría compuesto por las plantas introducidas con posterioridad al descubrimiento europeo de la Isla. Estudios más modernos señalan que la flora pascuense puede dividirse en dos grandes grupos: Idiocores y Antropocores. Las primeras no deben su presencia a la acción humana y las segundas sí. De acuerdo a esta clasificación ha sido posible identificar un total de 46 especies idiocores y 166 especies antropocores.
Fauna
En la fauna, la mayor riqueza de Rapa Nui se encuentra en el medio marino, contando con gran cantidad de peces y moluscos entre los que destaca la langosta (panulirus pascuensis) y el nanúe (kyphosus cinerasceus). Las aves marinas como los pirqueros blancos (sula dactylatra), gaviotines (sterna lunata), y aves del trópico (phaeton rubicauda). En la actualidad, se ha establecido que en Rapa Nui existen alrededor de 167 especies marinas, siendo el 28% de ellas originales de la Isla. Este endemismo ha llevado a Rapa Nui a consagrase como centro de importancia ecológica y científica. La fauna también está relacionada con el ámbito cultural y, igual que en el resto de Oceanía, fue importante no sólo como alimento sino también como fuente de materia prima e inspiración religiosa. Peces, aves y reptiles fueron representados en arte rupestre, figuras talladas, historias, mitos y leyendas. Los mamíferos autóctonos son escasos, siendo abundantes sólo los roedores.
Cultura
Sociedad
Los isleños desarrollaron una cultura de sorprendente complejidad. El ámbito social estaba fuertemente jerarquizado y se componía de clanes (mata), constituidos por parientes cercanos. A cada núcleo social le correspondía una parte de la isla y cada uno tenía sus propias creencias y dioses a los que adoraban en los "ahu" o centros ceremoniales. Frente a éstos vivían los personajes de alto rango mientras que el resto de la población habitaba, junto a los cultivos, en las casas bote. Para los pascuenses, cada área familiar era cuidada por sus espíritus tutelares o “aku aku”, los que velaban por la armonía y equilibrio entre los isleños. No obstante, por razones que se desconocen, cuando el número de habitantes llegó a alrededor de los 10 mil, en la Isla se desató una crisis que afectó toda la organización económico-social existente en Rapa Nui. Sin embargo, a este caos cultural le sobrevino un nuevo culto religioso: El del “Hombre Pájaro”, cuyo centro ceremonial era la aldea de Orongo, ubicada en un extremo del cráter del volcán Rano Kau. Este culto consistía en que un representante de cada familia competía por obtener el primer huevo del Manutara Gaviotín pascuense (Sterna lunata). El jefe de la casta del ganador era investido con el título de Taŋata manu, reconocimiento que duraba todo el año y que le daba gran poder. La captura del huevo significaba una carrera de alto riesgo para sus competidores pues debían recorrer los peligrosos acantilados de la Isla y luego nadar hacia los islotes donde anidaba Manutara para devolverse a Orongo sin quebrar el preciado testimonio.
Viviendas
Conocidas como la “Casa Bote” las “Hare Paenga”, resaltan por su diseño que se asemeja al de un bote invertido. Constan de una planta elíptica con soleras de basalto talladas que presentan concavidades en la cara superior en las que se insertaban los postes que soportaban la estructura vegetal. Su entrada era un pasillo angosto y bajo, el interior, sumamente estrecho, servía exclusivamente para dormir y en el frente presentaba un pavimento exterior en forma de media luna.
Lengua Rapa Nui
El rapanui o vananga (vana a) rapanui, como se refiere a sí misma esta lengua, es el nombre dado al idioma, de raíz polinésica, de los habitantes nativos de Isla de Pascua. La lengua rapanui (“rap” en el código de representación de nombres de lenguajes ISO 639-2) pertenece a la rama polinesia de la gran familia austronésica, a la que pertenecen también las lenguas micronesias y muchas melanesias. La familia austronésica es un conjunto de lenguas presentes en el sudeste asiático y cuya influencia llegó, por el Pacífico sur, hasta Isla de Pascua, mientras que por el Indico alcanzó incluso a Madagascar. Gramaticalmente, la lengua rapanui puede presentarse un poco complicada para el extranjero occidental pues, en muchos casos, se asemeja más a la manera oriental de unir dichos y frases. Podemos caracterizar el rapanui como aislante o analítico, es decir, una lengua donde la estructura interna de las palabras es sencilla pero su enlace o gramática es compleja. Por la ubicación geográfica de la Isla, el desarrollo del rapanui ha sido más bien solitario y ha evolucionado sin contactos y, aunque muchas palabras son similares a aquellas de uso correspondiente en Tahiti, Samoa, Nueva Zelandia, Islas Cook y Hawai’i, la gran mayoría son completamente diferentes, transformándose así en una lengua distinta y no un dialecto. En la actualidad, muchas palabras en rapanui son de origen tahitiano (por ejemplo: iorana). Esto se debió, en un primer momento, al uso de textos litúrgicos tahitianos utilizados en la conversión de la Isla al catolicismo en la segunda mitad del siglo XIX. Luego se acrecentó gracias a la fluidez de las vías de comunicación modernas con Tahiti y el frecuente contacto social y cultural. Sin embargo, hoy en día también es posible percibir influencias y contactos con otras lenguas como el inglés, francés y español. Por lo anterior el idioma actual de la isla se caracteriza como “rapanui moderno” ya que se diferencia del que se hablaba en la Isla antes del contacto europeo. Uno de los aspectos más enigmáticos de la cultura Rapa Nui es representado por el sistema de escritura tallado sobre los Kohau Rongo Rongo, también conocidos como: tablillas parlantes o líneas de recitación). Sus signos jeroglíficos demuestran la existencia de una forma de escritura en Isla de Pascua y, no habiendo antecedente similar en toda Polinesia, puede considerarse además como un tipo único en el mundo.
escritura
Este sistema de escritura no es fonético, es decir, lo escrito en las tablillas no se pronuncia formando palabras sino que más bien es un sistema ideográfico, en el cual cada signo representa nombres, personas, fechas o actividades. De hecho, datos arrojados en diferentes investigaciones permiten afirmar que los signos inscritos en las tablillas eran ocupados como elementos que ayudaban a recordar cantos, tradiciones y genealogías. Al sistema de escritura Rongo Rongo también se le conoció como “bustrofedón”, palabra de origen latino que expresa el movimiento que hacen los bueyes al arar la tierra. Esto porque cada vez que se termina de leer una línea es necesario invertir la tabilla para continuar la lectura, ya que los pascuenses escribían la primera línea con los signos en posición “normal” y en la siguiente invertían los signos. Las explicaciones de esto son escasas, ya que luego de la muerte de los grupos isleños que manejaban este método, todo el conocimiento relativo a él se perdió.
La importancia de soñar
Mediante las investigaciones realizadas sobre la cultura Rapa Nui se ha podido estudiar la importancia de lo onírico en la Isla de Pascua. Los sueños ayudarían a los pascuenses a contactarse y comunicarse con el más allá donde vivirían sus ancestros y divinidades. Esta presencia onírica tiene un respaldo concreto que está dado por algunos vestigios arqueológicos que han sido descubiertos. La "piedra para dormir" o ?aru’a es una de ellos.
Se tiene noticia de que los nativos le habían comentado al párroco Sebastián Englert, el uso de piedras lisas como almohada. Luego, la científica Katherine S. Routledge, comprobó la presencia de estos objetos en las casas de los isleños. Según sus investigaciones esta piedra no sólo era utilizada para dormir, sino también para soñar pues algunas tenían dibujos inscritos, lo cual supone una relación directa con el sueño que se deseaba tener.
Así, además de la relación con los espíritus, los sueños también eran involucrados en actividades fundamentales de la vida Rapa Nui como la obtención de alimentos o el desarrollo de los combates. Lo cual evidencia la importancia de soñar en la Isla.