Gnomos
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Conocido en los bosque del sur de Chile como "El Laftrache"
Los Duende o gnomos son pequeños, de aspecto grotesco y muy simpáticos. Para algunos se trata sólo de una simple fábula; para otros, en cambio, de maravillosos seres capaces de realizar todo tipo de milagros. Los cuentos tradicionales en Chile lo llaman "Gnomo del bosque". También conocido en los bosque del sur de Chile como El laftrache (en mapudungun "gente pequeña"), una clase de ser mítico presente en la mitología mapuche.
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Dicen que cada persona es artífice de su propio destino, aunque no está nada mal pedir un poco de ayuda, sobre todo si quien va a prestárnosla es un ser con una inmensa fuerza espiritual. No hablamos de los ángeles sino de los gnomos, también seres de otro mundo indicados para socorrernos. Inspirados en su infinita bondad y simpatía, los duendes pueden darnos esa mano que estamos necesitando para atraer la fortuna, para conquistar un amor que parece imposible y para mejorar algunos problemas de salud.
Donde viven
Las mitologías orientales los llaman Devas, criaturas extrañas con una escala de valores y una ética alejadas del género humano. Juntos, viven en una dimensión o una frecuencia vibratoria que no todas las personas pueden captar, ya que ellos son quienes eligen a los testigos de su existencia.
Habitan en la tierra, en mundos subterráneos donde reinan como "genios de la fertilidad y de la fortuna" y "espíritus de la naturaleza". Se cree que son ángeles caídos, cuyas travesuras y picardías no les permiten ingresar en el cielo, y cuyos nobles valores y extrema sensibilidad por la naturaleza tampoco los dejan ser candidatos al infierno. Así, en ese nivel intermedio, tienen un sinfín de cualidades: son pacientes, sabios, alegres, traviesos y poseen grandes habilidades para la sanación. Ahora, entre nosotros... ¡empiece a revisar bien su casa!, porque además de los bosques y troncos de árboles, estas simpáticas criaturas habitan también en los desvanes de los hogares, ya que adoran los objetos viejos, y entre las plantas del jardín o del patio.
Duendes de Chile
1634 Duendes junto a "La Quiltrala"
Los duendes no sólo se le aparecen al populacho. Se decía también de la familia de doña Catalina de los Ríos y Lisperguer, más conocida como "La Quintrala", que habrían tenido pacto con un malvado duende que vivía en su casa y que salía a aterrar otras residencias de Santiago, en el siglo XVII.
El halo de misterio y temor que rodeaba a esta mujer y a su familia no podía quedar exento de hospedar, también, a estos espantos enanos. Pese a la protección y casi complicidad que llegó a tener la iglesia con las fechorías de la controvertida familia, en una carta del Obispo de Santiago, don Francisco de Salcedo, dirigida al Consejo de Indias desde Santiago, con fecha 10 de abril de 1634, leemos lo siguiente sobre la abuela de "La Quintrala":
"Tuvieron a las hijas de doña Agueda de Flores en esta república por encantadoras, como se experimentó por un duende que en su casa alborotó toda esta tierra con quien decían tenían pacto".
Estas historias, que podrían pasar por burdas, sin embargo son mencionados por autores de reputación, como don Benjamín Vicuña Mackenna en "Los Lisperguer y la Quintrala" (1877) y don Miguel Luis Amunátegui en "El Terremoto del 13 de mayo de 1647" (1882), atribuyéndolas tanto al temor supersticioso de la chusma como al odio generalizado de la sociedad colonial contra los Lisperguer.
Como la casa de "La Quintrala" en Santiago permaneció por largo tiempo abandonada y oscura, siguió cultivando la imaginación popular sobre sus extraños moradores de otro mundo. El descubrimiento de su famoso "sótano" y las historias de misterio y fenómenos paranormales que todavía se reportan allí le darán empleo por largo, largo tiempo más, a los duendes que alguna vez la habitaron.
1811-1812 Don José Zapiola en su obra "Recuerdos de Treinta Años. 1810-1840"
Don José Zapiola en su obra "Recuerdos de Treinta Años. 1810-1840"[1] nos cuenta: El último de que nosotros oímos hablar se manifestó entre los años de 1811 y 1812.
Antes de construirse en la antigua Alameda la Cancha de Gallos y los edificios más al poniente, que principian con la casa y jardín que fueron del señor don Diego Benavente, había un gran espacio en aquella situación, donde hacían ejercicio las tropas. Allí vimos por primera vez al general Blanco, recién llegado a Chile e incorporado a nuestro ejército, año de 1814, con el grado de sargento mayor de artillería. Se ocupaba esa vez en hacer ejercicio de fuego con un mortero, cuyas bombas caían a cierta distancia de ese mismo lugar. Allí también concurría la gente con un objeto muy diferente. Se daban misiones. En ese lugar las dio el célebre padre Silva, después del terremoto de 1822.
La calle de las Monjitas concluye por el oriente en la que atraviesa el cerro de Santa Lucía en dirección al río, que ahora se llama de Tres Montes.
Al principiar la cuadra que sigue al oriente, y pasando la casa de la esquina, se encuentra enseguida la número 34. En esta casa apareció el último duende, que tanto alboroto causó en Santiago en la época que hemos dicho. Vivía en ella el “guarda mayor” de las tiendas, don Francisco González, español desterrado en 1818 a Mendoza, donde murió. Hizo tal ruido aquel duende, que por espacio a lo menos de veinte días, desde que empezaba a oscurecer, principiaban a reunirse los curiosos en tanto número, que apenas podía contenerlo el inmenso espacio que ahora ocupan los edificios antes mencionados.
La operación esencial de los duendes era arrojar piedras, no tanto a las personas, cuanto a las puertas, ventanas y muebles de las casas que se proponían atacar, buscando siempre el modo de hacer ruido.
La casa mencionada, de resultas de esto, se cerraba desde antes de anochecer; lo que daba al asunto cierto grado de certidumbre. Las pedradas en el interior de la casa eran incesantes. El duende se proveía de piedras sacándolas principalmente del tercer patio de la misma casa. A las inmediaciones había un bodegonero, ño Chena, que de cuando en cuando se acercaba a la puerta de calle con un cigarro encendido, diciendo a los que allí estaban: “Voy a poner el cigarro en el agujero de la llave: si hay duende, debe soplar”. Efectivamente, cada vez que hacía esta prueba, se veía chispear el cigarro y nadie dudaba de lo concluyente del silogismo de ño Chena.
Los dueños de casa, a quienes este hecho llegaba desfigurado, no le daban ningún crédito y creían que era travesura del bodegonero. Estaban en vísperas de desalojar la casa, a pesar de no encontrar quién quisiera arrendarla, cuando sucedió que un ama de leche, dirigiéndose una noche al segundo patio, vio que otra criada, de quien ya sospechaba, que iba delante de ella y que se creía sola, tiró una pedrada al farol que alumbraba el pasadizo.
Esto lo descubrió todo, y el duende no era nadie más que una criada, ayudada de otra, como subalterna. El duende, a quien vimos ya viejo una sola vez hace muchos años, murió poco ha en casa del señor don Santiago Portales, convertido en una excelente criada, apreciada por este caballero, como lo merecía por sus buenos servicios.
Si el señor Portales no lee este libro, es seguro que seguirá ignorando que la criada a quien tanto protegió es el duende que hace sesenta años hizo tanto ruido".
1905-1906 Cosas raras en la Calle Compañía
Un extraño suceso de la Calle Compañía de Jesús, en Santiago Centro, sucedido entre 1905 y 1906. Este sector de la capital fue escenario de varios acontecimientos fantasmagóricos desde el siglo XIX. El fatídico Incendio de la Iglesia de la Compañía fomentó la gestación de historias de horror y aparecidos. Prácticamente, no hay casa en el sector de las mansiones más cercanas al Barrio Brasil (donde esto sucedió, supuestamente) que no tenga su propia historia de espectros y escalofríos.
Sucedió pues, que a principios del siglo XX, se apareció un duende sembrando el pánico en una casona de Compañía, entre las calles Guardiamarina Riquelme y Manuel Rodríguez (junto a la actual Autopista Central). Muchos declararon haberlo visto y también causó destrozos que fueron reportados por los moradores y los vecinos. Este caso adquirió tal notoriedad, que llegó a los medios de comunicación, apareciendo abundante material de prensa referido al mentado duende.
Un detalle que sorprende es que la autoridad policial fue reportada varias veces de la presencia de este horripilante ser en el barrio, obligándoles a hacerle presentes allí. Al parecer, sin embargo, nunca pudo ser confirmada su existencia por parte de los agentes, y la leyenda ser perdió con el correr de los meses
1915 El mito de los duendes: Vicuña Cifuentes
Uno de los autores nacionales que abordan las tradiciones de los duendes es el investigador Jorge Vicuña Cifuentes, en su trabajo de 1915 titulado "Mitos y supersticiones tomados de la tradición oral chilena". Según su definición, estas entidades tendrían el siguiente origen:
"Cuando Luzbel fue arrojado del cielo, le siguieron innumerables ángeles, y temiendo Dios que se fueran todos, dijo "¡Basta!" y el cielo y el infierno se cerraron. Multitud de ángeles quedaron en el aire, sin poder volver al cielo ni penetrar en el infierno, y éstos son los DUENDES. Todos son pequeñitos, tienen caras infantiles y visten hábitos de tres colores distintos, según su condición. Los que los llevan blancos son alegres, traviesos y no causan daños de consideración; no son tan inocentes los que los usan pardos, y llegan a la bellaquería más extrema los que los acostumbran negros".
Las varias entrevistas que realizó Vicuña Cifuentes para su libro, aportan información interesante sobre el folklore que ronda a los duendes de Santiago. Aunque no todos coinciden en que serían sólo de sexo masculino, como comenta el autor, los duendes pueden obsesionarse con toda mujer joven y bonita, para perseguirla sin piedad. Cuenta el caso que le relatara una de sus informantes, de que una muchacha era atacada y rasguñada constantemente por un agresivo duende, tras cada vez que ella hablaba con un hombre, pues estos seres son extremadamente celosos y posesivos. La solución para este calvario fue casi peor que el propio problema, según le confiesa la misma fuente: untarse el rostro en sus propios excrementos, el único remedio para desmotivar al duende.
El escritor también escribe que los duendes pueden obcecarse con las casas, molestando a sus residentes hasta que consiguen hacerlos cambiarse. Sin embargo, si en un cambio de domicilio reaparece el duende, se debe a que está enamorado de alguien de la familia, caso mucho peor, como hemos visto. La tozudez de los personajes para perseguir y acosar es insólita. Vicuña Cifuentes reproduce una de las historias que le fueron reportadas, según la cual una mujer se cambió sigilosamente de casa en Santiago, para evitar a un malvado duende que molestaba a su joven hija; sin embargo, a pesar de todas las precauciones tomadas, cuando estaban desembalando en la nueva residencia sus enseres, reapareció el duende desde las vigas del techo extendiendo su brazo con un frasco en la mano, mientras decía a las aterradas mujeres:
"¡Ahí tienen el tarro de la sal, que dejaron olvidado allá!".
Según informa también, los duendes pueden aparecerse hasta tres veces a cada persona, pero se los puede "domesticar" acariciándolos. Los blancos, que son los más dóciles, llegan a ser buenos consejeros y acompañantes. Vicuña Cifuentes refiere a adivinas y "meicas" que reciben discretamente de un duende la asesoría, dictada al oído, mientras atienden a sus pacientes. Otras veces, hasta ayudan con dinero en la casa, en momentos de aflicción. Los duendes negros, en cambio, sólo se aparecerían a la gente mala. Finalmente, comenta el origen español, británico, italiano y francés de muchos de los duendes que rondan el imaginario popular chileno, y de los que hablaremos más abajo.
Los enanos nativos chilenos suelen ser seres solitarios, habitantes de bosques y con actitudes hostiles hacia los hombres. En eso coinciden con varios de las tradiciones españolas, irlandesas y escandinavas. Se los suele representar en niveles bárbaros de inferioridad e incivilidad, marchando casi desnudos e incluso sin el don del habla. La mitología nórdica y el relato tolkieniano, sin embargo, han extendido el concepto del enano para referirse a míticas razas de seres guerreros barbudos, generalmente con roles de custodios o guardianes de tesoros y castillos.
Existen varios sitios del país que se denuncian como habitados por duendes, en tanto. Puede que, allí, las tradiciones de los gnomos populares se hayan mezclado con leyendas más antiguas. Es el caso de los duendes que se declaran vistos con frecuencia en el archipiélago de Chiloé, por ejemplo. Las brujas de Melipilla y de Salamanca también se valen de ellos para conjuros y hechizos. Vicuña Cifuentes comenta que, en las cercanías de Cauquenes, en la Quebrada de los Pilones, habitaría una gran cantidad de gnomos, en cavernas subterráneas de las que salen sólo para robar novillos blancos que usan de alimento.
1990-1992 Los duendes: Oreste Plath
Por su parte, el destacado investigador costumbrista Oreste Plath, también menciona la aparición de duendes en tiempos coloniales por el sector de La Chimba -de los que haremos caudal más abajo-, escribiendo lo siguiente en su libro "Folklore Chileno":
"Los Duendes son seres fantásticos de pequeña figura. Viven de noche, son todos de sexo masculino y los hay blancos y negros, los unos son serviciales y los otros bellacos. Para otros, los que visten de blanco son alegres y solo hacen travesuras; los que visten de negro son menos inocentes que los anteriores, pero gustan de molestar a las niñas solteras y las muy católicas. El pueblo los llama también Benditos".
"Hay Duendes que toman posesión de una casa para disfrutar exclusivamente ellos. Entonces molestan a los moradores arrojándoles piedras, quebrando los vidrios, cambiando de sitio los muebles hasta producir el cansancio y el hastío a los moradores y conseguir la mudanza. Para despistarlos se cambian de casa sigilosamente. Como gustan de las niñas, las persiguen con tenacidad y allí vuelven a instalarse en la nueva residencia".
"...Félix Coluccio, en el “Diccionario Folklórico Argentino”, consigna: “Duende o Delgadín. Personaje que suele hacer su aparición en forma de enanito o bien con el aspecto de un niño, con vistosos trajes en los que predomina el rojo y el verde, cubierta su cabeza con un sombrero de paja de alas enormes y llevando una flauta de húmero de cóndor a la que arranca música armoniosa”."[2]
Varios nombres, para lo mismo
Usualmente, se emplean los términos duende, gnomo y enano en forma indistinta en nuestro lenguaje. Sin embargo, las categorías originales son distintas, advirtiéndose también que no todos los autores coinciden en ellas. La principal influencia de duendes nos llega a Chile, sin embargo, de la península ibérica, como bien lo ha dicho Oreste Plath, donde habremos de encontrar un legendario tanto o más nutrido que el de las islas británicas.
Diablerons
En los Pirineos, por ejemplo, se hablaba de los Diablerons, duendecillos minúsculos, conocidos también como diablillos familiares, que son usados por brujos y hechiceros. Asumían formas de insectos voladores para desplazarse a cumplir las órdenes de sus amos, por lo que pueden haber tenido algo de pixies o hadas en versión un poco más siniestra. Los magos los guardaban en ampollas o botellitas de vidrio.
Tentirujos
Son duendes de la tradición de Cantabria y Aragón, representados como ancianos de grandes orejas y gorros rojos, que habitan en paisajes exteriores. Guardan grandes semejanzas con los Trastolillos de Cantabria y los Trasgus, que podían aparecer tocando una gaita asturiana.
Los Follets
Aparecen en la mitología del norte de España y en Italia y corresponde a un tipo de seres fantásticos extraordinariamente huidizos y rápidos, capaces de esconderse entre las crines de un caballo y alterarlo desde allí, descontrolando su galope. Aunque se le representa a veces con barba blanca y gorro rojo al estilo gnomo, parece ser que el Wendigo de los relatos de Lovecraft coincide (deliberada o accidentalmente) con algunas características de los Follets.
Los Tentris
Son duendes cantábricos que viven en bosques o cerros de modo salvaje, con el cuerpo cubierto de musgo y de hojas verdes. Tienen ojos también verdes y se mimetizan con el paisaje.
Nuberu
Es otro duende asturiano. Para unos es un enano deforme, y para otros es un hombre corpulento. En lo que sí hay coincidencia es que va cubierto con un sombrero negro de gran tamaño. Tiene una rapidez extraordinaria, lo que le permite unos desplazamientos asombrosos. Puede hacer descargar grandes tormentas de lluvia o granizo donde le plazca, domina las nubes y, por tanto, las tempestades. ¡Pobre del campesino que tenga la mala fortuna de cruzarse con él y no saludarlo!, pues es muy rencoroso y hará lo posible por arruinar su cosecha. La mejor manera de conjurarlo consiste en hacer sonar las campanas de las iglesias.
El Sumiciu
Se parece al Diañu Burlón y al Trasgu. Es un duende que vive cerca de los seres humanos y gusta de hacer desaparecer objetos que los niños tienen en la mano. Su coterráneo Ventolín -o Remolino en asturiano- adopta el disfraz de una brisa mágica, que se atribuye tanto al amor como a la muerte. Se supone que porta el alma de un difunto que se escapa del cuerpo al exhalar el último suspiro. También se consideraba que coge los suspiros de los enamorados y se los llevaba a quien los provocaba. Duerme a los bebes en sus cunas, refresca con viento a los viajeros y esparce el rocío de las mañanas sobre el pasto.
Reino Unido
Veamos ahora los duendes de origen británico, que ciertamente deben haber tenido algún grado de influencia sobre la sociedad chilena, especialmente a partir de los grandes puertos como Valparaíso, donde las colonias de este origen eran abundantes.
Boggarts
Aparecen con frecuencia en leyendas y supersticiones de Yorkshire y Lancashire, correspondiendo a espíritus dañinos y traviesos. Son los culpables de los objetos que caen o se rompen en la noche. Escasamente representados en imágenes, corresponden a duendes o gnomos de aspecto fantasmal, oscuros y de hábitos preferentemente nocturnos, con la capacidad de convertirse en animales, según algunas tradiciones. En otros casos, aparecen con aspecto engañosamente bonachón, con ropas típicas del mundo campestre o de colonos agrícolas. Habitan escondidos en áticos, silos, graneros y corrales.
Dragamms
Los duendes de factura irlandesa son más variados. Casi todos ellos pertenecen a una casta originaria de duendes llamados Dragamms, de las que surgen sub-razas como las que veremos luego. Estos Dragamms eran pequeños guardianes de tesoros y riquezas, por lo que suelen ser tomados por símbolos de fortuna. El arte de coleccionar duendes o bien el de usar sus poderes como amuletos y talismanes, se denomina entre sus practicantes, por lo mismo, como "dragammi".
Los Brownies
Tienen aspecto angelical y bonachón. Su nombre deriva de que siempre utilizaban ropas con tendencia al café o marrón (brown). Habitan en vastas extensiones del territorio irlandés, pero pueden aparecer como espíritus domésticos inofensivos, conectados de preferencia a algún miembro de la familia. Les gusta la leche, la crema y los pastelillos. Se les considera, además, protectores de los niños.
Los Hobgoblins
Son un un tipo de Goblin de aspecto más humano y amable que sus parientes, habitante de las montañas irlandesas e inglesas. Se supone que, con ciertos conjuros u ofertas de comida por trabajo, estos personajes puede ser utilizados incluso para la protección de las viviendas y las aldeas.
Phooka
Duende, mitad hombre y mitad bovino, que se aparece risueño y burlón a los viajeros perdidos por su bosque encantado. Representa, de alguna manera, la parte bestial que aloja en el ser humano, y su aspecto es, justamente, como el un pequeño Minotauro.
Los Pixies
Corresponden a un tipo de gnomo con características más asociadas a las hadas o a las ninfas pero en versión más masculina y menos etérea. Habitan los bosques y, en algunas representaciones como las de los juegos de rol, aparecen perturbando a los visitantes extraviados, arrojándoles piedras por la espalda. A veces, se presentan como geniecillos que conceden deseos. Tienen alas propias, semejantes a un libélula. En la tradición anglosajona, sin embargo, con frecuencia se usa el nombre del Pixie para aludir también al gnomo y al duende común de los bosques.
Los Goblins
Son duendes con aspectos más bien monstruosos, quizá algo chocantes y de colores extraños, con orejas más puntiagudas y narices más grandes que sus primos, equivalentes a estos como los demonios al ser comparados con los ángeles, aunque no siempre tienen hábitos malévolos, dependiendo su fama del origen de la tradición o leyenda que los aluda. Su estilo de vida es exterior, más parecido al de los gnomos. Sus representaciones y su conocimiento se ha popularizado internacionalmente gracias las películas, literatura e incluso videojuegos clásicos, haciéndolos variar en aspecto y características.
Irlanda
Los Dwarfs
Seres de la mitología irlandesa, que habitaban bosques abandonados y colinas apartadas. Suelen ser traducidos simplemente como enanos, en el habla hispana. Siempre se le representa de sexo masculino (al parecer, mujeres y hombres son casi idénticos en esta raza), a veces vestido tal como el gnomo y con alguna herramienta minera en las manos, pues se supone que trabajaba en minas de oro y plata, tesoro que le ofrece a sus captores humanos cuando logran atrapar uno, para ser dejado en libertad. Si bien trabajan en grupo, tendían a ser seres solitarios. Se los reconoce por ser un poco más gordos y orejones que los gnomos, de rasgos más toscos aunque más altos, llegando a superar el metro de altura. La propia tradición de Irlanda, sin embargo, señala que corresponde a una raza ya extinta. Los enanos que aparecen en la versión Disney de "Blanca Nieves y los Siete Enanitos" tienen la denominación y las características originalmente asociadas al Dwarf mitológico. También corresponderían, ya en la fantasía literaria, a las razas de enanos guerreros imaginados por Tolkien y sus seguidores. Sin embargo, la representación realizada por Disney ha sido la base cultural de la difusión contemporánea de la imagen de este duende.
El Leprechaun
Es el más típico duende verde irlandés, tradición exportada a los demás países como amuleto. Suele ser representado con un traje y aspecto tradicionalmente irlandés, llevando consigo tesoros o cántaros llenos de oro que cuidan celosamente. Se los asocia al verdor y al trébol de la suerte, amuleto que siempre lleva consigo. Son adoradores también del whisky. Por lo general, estos duendes son traviesos y habitan al aire libre. Estéticamente, tienen evidentes asociaciones a la tradición de San Patricio (Saint Patrick).
Trolls
Son ogros salvajes nórdicos, habitantes de bosques, cavernas y colonias, originalmente estos seres fantásticos también podían ser de pequeño tamaño, que va desde sólo unos centímetros hasta un metro, con aspectos grotescos, narices muy prominentes, ojos saltones, pelo negro e hirsuto; habitantes de la oscuridad de las cuevas, bosques sombríos y mundos subterráneos de la mitología escandinava. En Noruega aún persiste la tradición de considerarlos más cercanos a Goblins que a sus parientes gigantes propios de cuentos infantiles. En islas Shetland y Orkney se les llama también Trowes, y su actitud hacia los hombres suele ser hostil.
Alemania
Los Kobolds
Originarios de Alemania, son criaturas de aspecto viejo y arrugado, con algunos rasgos animales y modo de vida rústico. Según Vicuña Cifuentes, tuvieron alguna influencia sobre la formación del mito en Chile, suponemos que por la nutrida migración germana del siglo XIX. Aunque en ciertos casos su hábitat favorito son los bosques, los Kobolds trabajan infatigablemente para las casas que llegan a habitar, procurando no ser descubiertos. Lo único que piden a cambio son los restos de comida que quedan en las mesas y los platos. Si esto último no es satisfecho, se vuelven dañinos y destructivos.
Misión de los gnomos
Contrariamente a lo que nos sucede a los seres humanos, los duendes conocen su misión desde siempre. Ese sentido de la vida que las personas buscamos y creemos no encontrar, es el significado mismo de la existencia de estas criaturas: proteger la naturaleza. Los gnomos cuidan las raíces de las plantas, los troncos de los árboles y el bienestar de los animales.
Pero además de cumplir con tan menuda misión, también actúan como ángeles de la guarda y, cuando no habitan en un bosque sin dueño, cuidan a los habitantes del hogar que eligen para vivir. ¿Si tienen poderes para ayudar? No exactamente. Sólo cuentan que ellos son dueños de un antiguo libro de magia y conjuros con el que pueden ayudar a los seres humanos a quienes aman.
Ellos pueden hacer realidad sus sueños Si bien son los duendes quienes eligen a las personas y no a la inversa, sí podemos tener la posibilidad de convocarlos para que nos den suerte y ayuden en ese tema que nos quita el sueño. Un buen comienzo para atraerlos a nuestro hogar es decorar distintos ambientes de la casa con helechos o palmeras, dos de sus plantas preferidas. Después, hace falta entrar en estado alfa, es decir, en una situación de profunda relajación, y tratar de llamarlos con la mente, sin otros sentimientos que los de bondad y limpias intenciones. La oración para convocarlos es la siguiente: "Oh, Lugh, duende mágico, por la intercesión de todos los poderes de la naturaleza, convierte nuestras pobres arcas en rebozantes calderos de prosperidad. Descubre tus secretos y toca nuestro hogar con la vara de la abundancia".
Esta es una posible invocación; sin embargo, podemos armar otra con palabras propias, convocando al duende indicado (ver la lista de nombres). Si no se anima a invocarlos, consiga la figura de un gnomo y téngala como amuleto. O bien, coloque debajo de la estatuilla un papel doblado en tres con la gracia que esté necesitando, y al cabo de siete días quémelo para liberar el pedido. Tire las cenizas al agua y no se olvide de agradecer por anticipado la atención.
Sus nombres
Así como las personas nos diferenciamos del resto por un nombre y un apellido, de la misma manera a los gnomos se los distingue por un mote. Lo particular es que su nombre tiene especial relación con la materia de la cual se ocupan y la gracia que ésta puede concedernos. Hay un duende que se encarga de la salud, otro del dinero, otro del amor y así, varios... llame al que necesita y pídale que le otorgue aquello que tanto desea.
- Stágoros, es quien cuida de las plantas.
- Abaturc, es el protector de los trabajos.
- Priscob, es una especie de caudillo que concede todos los deseos.
- Truppty, el duende dedicado a los pedidos del amor.
- Sumiziuss, el protector del dinero.
- Ríscolo, quien vela por la salud, el dinero y el amor.
- Jurry, el protector de los niños.
- Igor, el duende de la abundancia.
- Hatmie, el encargado de cuidar la salud.
- Brownne, el protector de toda la naturaleza.
- Claus, el que otorga bienestar y armonía.
- Urukk, quien protege los sueños de los niños
Los cuentos tradicionales en otros países lo llaman:
- Tom-tittot en Inglaterra.
- Whuppity Stoorie en Escocia.
- Winterkoble en Hungría.
- Hruzimugeli en Austria.
- Titteli Ture en Suecia.
- Gilitrutt en Islandia.
- Rumpelstiltskin o Rumpelstilzchen en Alemania.
- Gelitrunsen en Holanda.
- Gnomengren en Argentina.
Los Nibelungos
Según las antiguas leyendas germánicas, escritas alrededor 1220 DC, por un poeta desconocido, son enanos muy ricos que poseen grandes tesoros. Nibelungo se dedican a extraer oro y joyas de las profundas minas significa "habitante de la obscuridad" y según cuentan se dedican a extraer oro y joyas de las profundas minas.
Etimología
- La etimología del término no es clara. Para algunos proviene de la raíz griega gnosein, que significa ‘conocer’. Para otros, derivaría del griego genomós, que quiere decir ‘terrestre’.
- La teoría más verosímil sea la de que la palabra gnomo vino a ser empleada en el idioma inglés a través de los escritos de Paracelso, el alquimista suizo del siglo XVI. A Paracelso se le ha considerado diversamente como un sabio, un mago y un pícaro, pero evidentemente al hombre no le cabía duda sobre sus facultades, pues se llamaba a sí mismo Paracelso para proclamar su superioridad sobre Aulius Cornelius Celsus, el autor de De medicina. Una de las obras de Paracelso, Liber de numphis, sylphis, pygmaeis et salamandris et caeteribus spiritibus, expone la teoría de la existencia de cuatro seres espirituales: los silfos del aire, las salamandras del fuego, las ninfas del agua y los pigmeos de la tierra. Como escribía en latín, también denominaba a los pigmeos «gnomi», cuyo singular es «gnomus». Los «gnomo» de Paracelso podían desplazarse libremente por la tierra como los peces por el agua o los pájaros por el aire. Sin embargo, se desconoce si él mismo creó la palabra gnomo o sencillamente la tomó de los escritos de un autor anterior.
- En el año 1200, un nórdico llamado Frederik Ugarph encontró una escultura de madera en la casa de un pescador pobre en Noruega. Frederik Ugarph le compró la escultura, hecha de una madera muy dura, más fuerte que el roble, y con una altura de 15 cm (sin contar con el pedestal). En la base estaba escrito Nisse, riktig storrelse, que significa ‘gnomo, estatura real’.
Fuentes y Enlaces de Interés
- ↑ "Recuerdos de Treinta Años. 1810-1840". Revista Zig Zag pág:79-80
- ↑ Historias de los duendes y gnomos que han alborotado santiago